31.10.09

Y tenía los ojos de color miel.

Miel de esa que viene empaquetada con su telita de cuadros y una goma por encima de la tapa. Soñaba despierto con olvidar el momento de hacía sólo un momento. Las palabras retumbaban en su cabeza y sentía como se le estremecía el pecho, y el estómago. Hasta se le durmió el pene. Y de repente se empezó a reír y dijo que tenía razón. Que tenía razón en todo lo que había hecho y que no había más que hacer. Que suerte con lo que viniera y que felices las perdices, pero que les enculen a las perdices.

Y tú quita la radio de una puta vez, que te estoy hablando. No quiero escuchar a Fito, joder, que me importa una mierda aunque me lo pasara bien en su concierto. Mírame a los ojos y dime que no me estás viendo. ¡Si nunca he sido más yo que hoy! Y aunque ahora lo sienta sé que no estoy vacía. Qué va, que voy a estar vacía. Estoy repletita de cosas para dar y tomar. Unas por dentro y otras por fuera. Y acaríciame otra vez y deja de repetirme que mañana bla bla bla.

2 comentarios:

  1. Me encanta la frase final. (Soy la que el otro día te dijo en un andén de metro que qué suerte saber que lo de la sangre es para siempre).

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  2. bla bla bla. siempre bla bla bla. y tú siempre tú. y yo siempre queriéndo(té).

    (te)muá!

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