22.10.09

Llevaba una bufanda de un gris azulado, y estaba sentado en el tercer asiento más cercano a la puerta de la derecha. Pelo castaño oscuro y cuidadosamente desaliñado, intento de barba de un par de días y carpeta azul en la mano izquierda, apoyada sobre las rodillas de su pantalón vaquero. Con la mano derecha, movía los dedos sobre el reposa brazos, al ritmo, supongo, de la música que sonaba desde sus desproporcionadamente grandes cascos. Supuse también por sus marcadas y sensuales facciones, que debían salirle hoyuelos al reír.

Nos levantamos a la vez cuando la señorita de la megafonía nos avisó de que tuviéramos cuidado para no introducir el pie entre coche y andén y esperamos, pacientes, cada uno a un lado de la puerta de la derecha. Ninguno de los dos miró sus pies al bajar del vagón, y los dos nos dirigimos hacia las escaleras mecánicas. Yo un par de escalones por delante de él, y muy consciente de que llevaba minifalda.

Las siguientes escaleras llevaban al andén de mi transbordo, y allí le perdí de vista. El próximo tren llegará en 6 minutos. Me senté en un banco y le vi en la vía contraria. Clavé la vista en el suelo y cuando quedaban 4 minutos para mi tren, alguien se sentó a mi lado.

- ¿Me estás siguiendo?
- Creo que sí

Tenía hoyuelos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario