31.10.09

Y tenía los ojos de color miel.

Miel de esa que viene empaquetada con su telita de cuadros y una goma por encima de la tapa. Soñaba despierto con olvidar el momento de hacía sólo un momento. Las palabras retumbaban en su cabeza y sentía como se le estremecía el pecho, y el estómago. Hasta se le durmió el pene. Y de repente se empezó a reír y dijo que tenía razón. Que tenía razón en todo lo que había hecho y que no había más que hacer. Que suerte con lo que viniera y que felices las perdices, pero que les enculen a las perdices.

Y tú quita la radio de una puta vez, que te estoy hablando. No quiero escuchar a Fito, joder, que me importa una mierda aunque me lo pasara bien en su concierto. Mírame a los ojos y dime que no me estás viendo. ¡Si nunca he sido más yo que hoy! Y aunque ahora lo sienta sé que no estoy vacía. Qué va, que voy a estar vacía. Estoy repletita de cosas para dar y tomar. Unas por dentro y otras por fuera. Y acaríciame otra vez y deja de repetirme que mañana bla bla bla.

27.10.09

All you need is...

MUSIC.

Sabes a vainilla con canela.

Sabes, que todo es mucho más dulce desde que llegas(té).
An(té)s llovía constan(té)men(té) y dolía cada puto paso adelan(té)
pero ahora… basta mirar(té).

Hay poco que decir(té), tampoco quiero aburrir(té) así que…
déjame besar(té), tocar(té), sentir(té), oler(té), abrazar(té), despertar(té), hablar(té), empapar(té), beber(té)...

Quiero tener(té).

Quiero beber té,
de vainilla...con canela.

22.10.09

Llevaba una bufanda de un gris azulado, y estaba sentado en el tercer asiento más cercano a la puerta de la derecha. Pelo castaño oscuro y cuidadosamente desaliñado, intento de barba de un par de días y carpeta azul en la mano izquierda, apoyada sobre las rodillas de su pantalón vaquero. Con la mano derecha, movía los dedos sobre el reposa brazos, al ritmo, supongo, de la música que sonaba desde sus desproporcionadamente grandes cascos. Supuse también por sus marcadas y sensuales facciones, que debían salirle hoyuelos al reír.

Nos levantamos a la vez cuando la señorita de la megafonía nos avisó de que tuviéramos cuidado para no introducir el pie entre coche y andén y esperamos, pacientes, cada uno a un lado de la puerta de la derecha. Ninguno de los dos miró sus pies al bajar del vagón, y los dos nos dirigimos hacia las escaleras mecánicas. Yo un par de escalones por delante de él, y muy consciente de que llevaba minifalda.

Las siguientes escaleras llevaban al andén de mi transbordo, y allí le perdí de vista. El próximo tren llegará en 6 minutos. Me senté en un banco y le vi en la vía contraria. Clavé la vista en el suelo y cuando quedaban 4 minutos para mi tren, alguien se sentó a mi lado.

- ¿Me estás siguiendo?
- Creo que sí

Tenía hoyuelos.

17.10.09

Duelo.

La primera vez que, por aquellos tiempos, se puso un fular de colores fue el día que empezó la guerra. Su ejército lo formaban ella, y los cuatro miembros de su banda favorita, que se limitaban al apoyo moral vía cascos, vía mp3, a cada parada de metro en la que entre bombardeos internos, se impulsaban las masas somnolientas a primera hora de la mañana. Y de la tarde. Y por la noche, menos dormidos.

Antes de que empezara la guerra, le gustaba observar a la masa. Detenerse en la belleza de cada arruga que adornaba la cara de la viejecita a la que había cedido el asiento; y reírse, no siempre en silencio, de las conversaciones de las colegialas que muy poco tiempo antes, eran ella.

Pero cuando empezó la guerra se sintió tan segura de sí misma por fuera y tan frágil por dentro, que decidió aferrarse a su ejército para no causar más bajas.

Unas semanas después, con los labios cortados de no besar, decidió firmar un Tratado de Paz en el que juró solemnemente que nunca permitiría que nadie tratara a su cuerpo con menos cariño, del que ella le tenía.

1.10.09

Quería comprarme un cuaderno en Roma.

Un cuaderno en blanco. Lo que es mi vida a partir de ahora (y lo que siempre ha sido, supongo). Y sin embargo, me miro en el espejo y soy mucho más yo que nunca. Yo modo energía, yo modo resaca. Pero yo y mi no siempre realista sonrisa. Ya no es mi pelo. Casa ha dejado de ser casa incluso antes de hacer la maleta. Todo gira y se desmorona y aunque no lo entiendas...estoy jugano al Tetris. Y me divierte, y me hace falta.

Pista5.

No le gustaba sonreír porque fuera lo que esperaban. No aguantaba que le dijeran que pisara el suelo quienes no entendían que el suelo era su cielo. Y un día se levantó -mentira, fueron noches y noches de reflexión-, y gritógirógimióviajóyvoló. Y así empezó su vida número cinco -o seis, no lo tiene claro-, que conserva mucho de su vida cuatro pero presentará un notable cambio con clareos por el sur. Ha decidido tener la fuerza para asumir lo que venga, y aceptar la realidad aunque a veces sea fea. Y sobre todo, sobre todo la cabeza bien alta...y algo enferma.