15.3.09

Bajo la luz de un flexo


No me mires con los ojos cerrados. Deja de hablarme en silencio, de intentar averiguar que hay aquí dentro porque te digo que a veces ni yo sé lo que siento. Alguien me dijo alguna vez que “si quiero puedo”. Y yo puedo porque sé lo que quiero, porque no me valen los suficientes, ni que te rías entre dientes. Yo prefiero ir a por ello, saber con lo que cuento y si no sale, me lo invento. A ti también te saldrá algún encuadre desenfocado, te quedarás parado cuando oigas “¡mierda, la cámara se ha mojado!” ¡¿Y qué?!, si te caes, levántate. Sonríe, se fuerte, y si quieres, vente.


Vente que nos vamos a tomar algo, hoy nos comeremos la noche como ella, a bocados. ¿Y lo mejor? Que no nos hace falta el alcohol. Si soy sincera no me gusta el objetivo del botellón, ¿porqué emborracharse para hacer lo que sientes?, ¡yo voy a gritarlo delante de toda esta gente! Que no me importa lo que piensen, mi vida es mía, ellos me mienten.


Y en realidad, sé que hieren. Pero yo prefiero no contarte lo que de verdad me duele, voy a guardármelo para asegurarme de que al menos tú, aún duermes. Y tal vez, también me quieres, o quizá me odias porque es lo que se suele, y lo reconozco, eso sí que me duele.
Porque yo creo que todos los extremos son malos pero sé que me encanta reírme a tu lado, que me lo contagies y nos perdamos entre tus lagos…


Y llámame fría porque yo no lloro con la muerte, me duele tanto perderte que sólo de pensarlo la sangre hierve. Y ahora que lo pienso, ya es hora de que tú me cuentes.

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