11.6.10

Las gotas resbalan por el cristal, pero esta vez no crean surcos. Caen tan de perfil, que cada gota se convierte en cinco puntitos sucesivos que hacen que la ventana sea menos invisible. Que esté más ahí, gritándome que sigue habiendo un cristal entre tanta pared, que me dice que hay mundo ahí fuera, pero se me estampa en la nariz cuando le quiero seguir.
Siempre me enseña el mismo paisaje. Precioso, pero que ya aburre y encima hoy, es gris. Tras un verano anticipado, hoy, 42 de mayo, me vuelve a imponer el sayo. Los dedos resbalan con las gotas, mi cuerpo hace ya un tiempo que no responde porque creo que se le hace raro eso de ser sólo mío. El yo, mí, me - conmigo, pero a mí, no me mima nada. Creo que estas manos le tienen más cariño a tu pelo y el teclado, que a mí. Y a mí, que ellas nunca me han gustado, me están dejando de parecer tan feas. Y estas seis paredes, y el cristal, y los apuntes que se acumulan intentan asfixiar, pero ahí, está el cristal.
Creo que ahora grita que le rompa. Que salga, que salga, que deje de nadar, y salte. Que a veces, además de naufragar, se vuela. Y mi risa suena bonita y ya nada huele así. La lluvia no sólo hace cosquillas, a veces, también susurra mar.

3 comentarios:

  1. El desquicie de los estudios... y algo más????^^
    me encanta la última frase;"La lluvia no sólo hace cosquillas, a veces, también susurra mar."

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  2. las mías también me están dejando de parecer feas...será será que antes se escondían detrás de otros dedos

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  3. Me suena que te oí recitar este texto en el puente poético, en Barcelona. ¿Es eso cierto? Lo sea o no, me encantó. Un abrazo.

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